Endorfinas y deporte.
Diciendo adiós a agosto, muchos de nosotros nos hemos despedido también de las vacaciones de verano. Algunos afortunados, que se mantuvieron estoicos en sus sillas durante el caluroso mes, pueden ahora desconectar. Merecido lo tienen. Pero, ¿qué pasará cuando vuelvan? Les ocurrirá lo mismo que al resto de mortales nos está pasando ahora. Debemos estar preparados porque el estrés postvacacional puede estar acechando al girar la esquina… de la calle que lleva a nuestro lugar de trabajo.
Frente a esta situación, lo último que cabe es la rendición. Así que, antes de dejarnos atrapar por el sofá, donde las horas se pierden entre los cojines como céntimos de euro, vamos a ponerle remedio. Presta atención y ponte ropa cómoda. A partir de septiembre vas a ser tú el que administres tu felicidad. ¿Cómo? Con regulares dosis de endorfinas y mucha fuerza de voluntad. El deporte será tu mejor aliado para producirlas.
Hormonas de la felicidad
Numerosos estudios avalan la teoría de que la práctica regular de ejercicio físico favorece la producción de endorfinas,“unas sustancias que se segregan de manera natural por el cerebro y que habitualmente regulan, no solamente el dolor, sino también la sensación de placer”.
Existen muchas maneras de estimular la producción de endorfinas. A través de la risa, los masajes, estando enamorado o, incluso, mediante el consumo de algunos alimentos: “Los carbohidratos, como por ejemplo el pan, sin lugar a dudas producen secreción endorfínica. También el chocolate y los picantes”, apunta el doctor. Pero el deporte es uno de los medios más efectivos para estimular las endorfinas. Es el rey para estos menesteres.
Rutina de ejercicios
El premio que da nuestro cerebro a la práctica del deporte es un chorro endorfínico. Nos ayuda a reducir el estrés, la ansiedad y la depresión. Además, el ejercicio incrementa la autoestima y la confianza en uno mismo.
¿Pero, eso significa que debemos convertirnos ahora en carne de gimnasio? “No, no es necesario practicar deporte extremo o meterse en un gimnasio”, responde José Miguel Gaona: “Hay estudios que apuntan a que 20 minutos de ejercicio suave por la mañana, entendiendo como elevar el ritmo cardiaco un 30% o 40% las pulsaciones básicas, y otros 20 minutos por la tarde producen un estado anímico a un punto fenomenal. De hecho, se ha demostrado que personas que estaban con antidepresivos redujeron las dosis o incluso lo evitaron”.
Niveles bajos de endorfinas se corresponden con estados de pesimismo y depresión, mientras que los niveles altos están asociados al optimismo. “Por si ello fuera poco - comenta -, sirven también como analgésico ante el dolor, contribuyendo a eliminar el malestar”. Son las hormonas responsables de que nos sintamos calmados, eufóricos. Al fin y al cabo, felices.
Parece pues que la clave de la felicidad, o al menos las vías de actuación para sentirnos mejor están en nosotros mismos. No es necesario más que nuestro propio cuerpo y la fuerza de voluntad para poder suministrarnos una buena dosis de felicidad de forma regular. Además, al tiempo, tonificamos nuestro cuerpo y eso es algo que la autoestima también agradece.
De todas formas, si un día nos vence la pereza a la hora de calzarnos las deportivas o descubrimos que nuestro mp3 se ha quedado sin batería, ahora que conocemos mejor cómo producir nuestra propia “droga”, siempre podemos cambiar esos 40 minutos de caminata por una divertida cena compuesta por unos sándwiches variados, chocolate de postre, café y un final romántico y apasionado.
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